Hace unos días me preguntaba Santiago Martín en Twitter mi opinión sobre la campaña de EBLIDA para promover el libro electrónico en el préstamo bibliotecario:
@enriquemuriel ¿Conoces la campaña de EBLIDA por el derecho a leer libros electrónicos? Me gustaría saber tu opinión. http://t.co/OjRtwuJ9p2
— Santiago Martín (@_stmartin) abril 29, 2014
La campaña EBLIDA a favor del ebook en la biblioteca
Lo cierto es que no había leído mucho sobre el asunto, así que decidí echar un vistazo a la web de EBLIDA (European Bureau of Library, Information and Documentation Associations), donde también podemos deducir por los carteles en español que FESABID apoya la iniciativa. En su apartado “What we want” listan sus 4 objetivos principales. La mayoría estos puntos parecen razonables: tener la posibilidad de que las bibliotecas puedan disponer de los últimos libros electrónicos igual que ocurre con los de papel o poder comprar los ebook a un precio aceptable y no la estafa generalizada que existe en la actualidad, son reclamaciones loables. De la misma manera el último punto, el “acceso de todos los ciudadanos a los libros digitales“, es tan aceptable como los primeros.
Ahora bien, la tercera de sus peticiones la he separado del resto, ya que es un punto con el que no estoy de acuerdo y que considero contrario a la filosofía de las bibliotecas. Dice:
We want Authors to receive fair remuneration for the lending of e-books to the public. Currently authors receive no remuneration for the loan of e-books by libraries in most Member-States.
Proclaman un remuneración a los autores por el préstamos electrónico, entiendo que al margen del pago a los autores cuando se adquiere la obra. Y me pregunto ¿por qué un autor debe recibir también una compensación porque un libro se preste en una biblioteca? Si mal no recuerdo las bibliotecas son eran las democratizadoras del acceso a la información, cuyo fin cultural en beneficio de sus ciudadanos, blablablá… (búsquese literatura al respecto). Para llevar a cabo la gestión, difusión y conservación de las obras las bibliotecas necesitan infraestructuras, materiales y por supuesto, profesionales de la información. Todo esto lo pagamos entre todos, porque siempre se ha concebido a las bibliotecas como un oasis cultural, un lugar donde independientemente del poder adquisitivo, raza, lengua, religión… todos tenemos acceso a los libros y a la cultura.
Las bibliotecas conservan ejemplares que las editoriales desechan una vez pasada la fiebre de un autor, gestionan colecciones que ya no son rentables, invierten esfuerzos (tiempo y recursos) en que las obras no desaparezcan para que todos podamos tener un poco más cerca a autores clásicos y contemporáneos que conforman la cultura de nuestra sociedad en el pasado y en el presente. Es decir, estos centros pagan con sus esfuerzos la correspondiente tarifa “moral” a los creadores, pues gracias a las bibliotecas mucha más gente tiene acceso a sus obras, manteniendo permanentemente abierto un catálogo que las editoriales no están interesadas en costear. De nada, autores.
Por otro lado mucho se ha escrito sobre si este hecho resta beneficios a los autores, aunque para qué engañarnos, de incidir negativamente sobre unos beneficios, serían sobre el de las editoriales, que son las grandes beneficiadas en estas cuestiones.
Algunos pensamos que estar en la biblioteca es un privilegio y como tal, no se debe pagar al autor por conservar sus obras, algo que podríamos enlazar con la plataformas contra el préstamo de pago http://noalprestamodepago.org/descarga-de-archivos/.
La paradoja del libro electrónico
Ahora bien, me gustaría que nos paráramos a reflexionar sólo un momento sobre el absurdo (desde el punto de vista técnico) del préstamo electrónico.
La gran ventaja del medio digital es la copia perfecta. Podemos reproducir un bien cultural sin perder calidad, un simple control+c / control+v nos permite duplicar una canción, una película, un libro. Es un sueño hecho realidad, ¿o no?
El problema del medio digital (para las editoriales) es precisamente este, la copia perfecta. La facilidad para duplicar archivos idénticos al original provoca que las editoriales se nieguen al préstamo de libros electrónicos. Y es que préstamo y electrónico son dos conceptos opuestos, por lo que pudiendo beneficiarnos de una copia exacta se incluyen mecanismos artificiales para evitar esta perfección. Extraño ¿no?
Este es el motivo por el que las pocas iniciativas de préstamos se vean sometidas principalmente a: 1)El DRM, un tipo de software diseñado para desactivar la obra (permítanme la expresión), limitándola en varios sentidos: el soporte sobre el que puede ejecutarse, un tiempo determinado, etc. O también 2)El préstamo ligado al soporte, es decir, el préstamo de un ebook unido al dispositivo físico, un lector de ebooks como el Kindle por ejemplo. No muy lógico cuando la ventaja del libro electrónico es la independencia del soporte.
Conclusión
Esta es una tarea complicada. Existen varias propuestas del estilo de “Spotify para libros” que parecen apuntar a un modelo de negocio con posibilidades de dar frutos. No dispongo de los argumentos necesarios para valorarlo, pero sin duda, nuevas ideas y proyectos son bienvenidos.
Me parece muy loable el intento de EBLIDA por favorecer el préstamo electrónico, pero no estoy de acuerdo con que se deba re-remunerar al autor, pues ya se hace cuando se adquiere la obra. Como afirman en “The Right to E‐read Statement An E‐book policy for libraries in Europe“, es cierto que esta ausencia de ebooks en la biblioteca podría llevarnos a la situación de que los editores tengan de forma indirecta” …la capacidad de decidir sobre los contenidos digitales en las bibliotecas”, con lo que la bibliotecas no pueden continuar garantizando “el libre acceso a los contenidos, la información y la cultura de todos los ciudadanos europeos”, pero ¿a qué precio evitamos esta situación?
Entiendo la postura de EBLIDA, pero desde mi punto de vista ceder a la presión de la industria pasando por caja, no creo que sea la mejor forma de solucionar el problema, ni por el bien de los bibliotecarios ni por el de los usuarios. El autor recibe su compensación en el momento de adquisión de la obra y afortundamente para los creadores, no deben hacerse cargo de los costosos gastos de las bibliotecas que protegerán sus obras cuando las editoriales las desechen. Como decía antes, de nada.
Para saber más:
Por qué los libros electrónicos no se prestan en las bibliotecas. http://www.eldiario.es/turing/prestamo-ebooks_0_252675370.html
EBLIDA The right to e-read. http://www.eblida.org/e-read/home-campaign/